Monumento aos Descobrimentos.
Cada dos años es limpiado porque al estar tan cerca del mar, el viento y la humedad lo ensucian y deterioran. Así que, si te lo encuentras así, al menos podrás subir a disfrutar de las vistas de la terraza.
Si no tienes tiempo no hace falta que lo hagas porque verás muchas veces la ciudad desde arriba pero son curiosas las vistas:
Se levanta 52 metros y si subes tienes unas bonitas vistas de la Torre de Belém y en esa dirección de como se funde el río con el mar, aunque no se ve bien la desembocadura.
En la parte posterior podemos admirar el edificio entero del Monasterio de los Jerónimos con los jardines, que de otro modo no se puede ver porque desde abajo no puedes abarcarlo entero.
De frente vemos la zona que se encuentra al otro lado del río.
A la izquierda, los dos embarcaderos, el puente 25 de abril, el monumento al Cristo Rei y hacia el horizonte la ciudad.
Y si miras hacia abajo podrás ver la rosa de los vientos dibujada en el suelo. Fue un regalo de Sudáfrica en 1960. Se muestran las rutas que siguieron los descubridores portugueses entre los siglos XV y XVI.
Está decorada con sirenas y galeones.
En la inscripción a los pies pone: Esta Rosa de los Vientos fue ofrecida a Portugal por la Unión de África del sur en el quinto centenario del Infante Don Enrique, cuyo genio hizo posible el descubrimento del Cabo de Buena Esperanza.